viernes. 26.04.2024

El Mark Lenders de carne y hueso. El sueño del niño se cumplió. Para volverse un hombre de ensueño. Y esculpió una leyenda que aún no acaba.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

So proud to reach 1000 official games in my career with a very important victory that put us on the top of the table again!💪🏽 Thank you to all my teammates, coaches, my family & friends and to my fans that helped me to reach this great achievement.

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Goleador virulento. Cazador de galardones. Cañonero empedernido. Fiera insaciable. Portento inagotable. Surcador de cielos. Cuantitativo y cualitativo. Con mirada de fuego. Así es la descripción poliédrica de un jugador que ya es milenario. Don Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro, asignatura obligatoria en la ilustrísima enciclopedia del gol. En Lisboa, en Mánchester, en Madrid y en Turín. En cualquier galaxia que se propusiera explorar. 

 

Su admirable estadística es la recompensa a una genética digna de estudio, a una envidiable disposición al triunfo. 29 títulos adornan su museo de alquimista, pero él siempre está pensando en los que están por venir. Ese es su secreto en el campo, jugar por el siguiente récord como si los anteriores nunca hubieran existido

Su biotipo, una infancia humilde y un continuo reto familiar empujaron a Cristiano Ronaldo a ser un perfecto soldado del gol. El tipo de los 0,72 goles por partido en 12 años estelares, que tumbó a 114 de los 155 equipos a os que se enfrentó. La suya es una historia del destino, sin duda. A hora alcanza los mil partidos tras haber convirtido cada traba de su vida en un impulso hacia la gloria que siempre maneja entre los dedos, aunque tener todo le sepa a poco por ese afán insaciable de ganar. 

Porque el portugués convirtió el gol en su manera de vivir. El fútbol no es para el luso la cosa más importante de las menos importantes, se convirtió desde pronto en el catalizador de pasiones y miedos. Y con una tremenda ironía, porque sus primeros pasos, esas pachangas callejeras en Madeira, eran en plena carretera, literalmente sin porterías donde hacer gol. Quizá aquello explique en parte que hoy en día este deporte no tenga sentido pleno para él si no marca

El Ronaldo niño de un diente menos nunca se fue. Ese niño que apareció en el "Siuuuuuu" de su tercer Balón de Oro. En las lágrimas desconsoladas que le dejó su expulsión en Mestalla. En el empujón a De Burgos Bengoetxea en un 'Clásico' que quiso ganar él solo. En cada rabieta con golpes al aire o al suelo por haber fallado un gol. En la bronca a cada compañero que no se lo dio. En sus 'foda-se' mirando a la grada. 

El sueño del niño Cristiano y la leyenda milenaria

La leyenda del hijo de un jardinero

Pero es que así se escribió su vida, que es "el sueño del niño". Ese es el mensaje que se grabó en sus botas para recordarlo justo antes de saltar al campo en cada duelo. Y el que pronunció ante un Bernabéu repleto para su presentación planetaria en julio de 2009, cuando se convirtió en el fichaje más caro del mundo. Pero su mejor conquista, la que cambió su sino, la consiguió de niño. Con la modestísima camiseta del CF Andorinha, del que su padre era utillero. 

Aquel modesto jardinero siempre veía a su hijo jugar, y cada noche al llegar a casa voceaba a su mujer y su otra hija las hazañas de su hijo. No eran suficientes para motivarlas a verle en acción. Y ahí empezó a desarrollar su competitividad. Fue logrando cada vez más goles hasta conseguir que fueran a la grada por primera vez. Cuenta Cristiano que aquel día que las vio en la banda junto a su padre entendió que podría conseguir lo que se propusiera, la historia de su vida.  

A su familia y su sed de gloria le sumó con el tiempo el lujo. Con esos tres vértices estructura su vida. Cultiva el cuerpo y la imagen, come sano y detesta el alcohol, seguramente porque se cobró la vida de su padre de manera prematura. Y en ese aprendizaje anda ahora: solo el rol de padre de familia le es equiparable al de delantero. 

A sus 35 años, nadie duda de que puede llegar a los 40 a alto nivel. Su cuerpo, siempre esculpido, es la suma de herencia genética y ese deseo que empezó a cumplir a los 11, cuando entendió que tenía un talento superior al de los demás pero decidió también convertirse en el que más y mejor trabajaría de todos. Así ha sido siempre; si algo ha cambiado en él han sido sus 'looks': melena rizada, mechas rubias, cinta en el pelo, flequillos interminables o su actual apariencia de samurái, nada más pertinente para convertirse en milenario.  

Su carácter ha sido en estos 17 años de élite la historia de una digestión a fuego lento. A medida que ha ido entendiendo que no puede ganarlo todo y siempre, ha aprendido más a disfrutar de sus logros. Pero ahí queda moteado su currículo con 127 amarillas y 11 expulsiones. Los goles de compañeros no celebrados porque él no había marcado. O su arrogancia, sublimada en ese "me envidian porque soy guapo, rico y un gran futbolista". 

El sueño del niño Cristiano y la leyenda milenaria

Esa evolución se puede medir también en su eterna y multidisciplinar rivalidad con Leo Messi. Él le quitó muchos títulos y galardones, y llegó a odiarlo por todo ello. Pero cuando entendió que su existencia le obligaba a ser mejor, hasta empezó a disfrutar de ello. Y si Messi tiene más balones de oro, él posee el único gol que le falta en su palmarés: la chilena. Aquel salto de gimnasta al cielo de Turín, al Olimpo del fútbol. El golazo que acabaría siendo su primer beso a su actual equipo.

La faceta voladora del portugués seguramente sea la que más le diferencie de otros 'killers'; 128 de sus tantos fueron testarzos. Además de su chilena antológica, ahí quedan los prodigiosos saltos ante el United con el Madrid o el último frente a la Sampdoria en Turín. Aunque puede presumir de ser un anotador ambidiestro y de resoluciones mágicas, como el inolvidable taconazo en Vallecas. Goles de todos colores casi más dignos de videconsola que de la vida real. 

Y aunque ya existe un videojuego e incluso con cómic basado en sus andanzas, de algún modo Cristiano es el Mark Lenders de carne y hueso. Las analogías con el antagonista de "Oliver y Benji" resultan inevitables. El futbolista obstinado que quiere ganar a toda costa, que siempre esgrime su origen humilde como causa de ese afán triunfador. Una estrella, pero también a la estela del mayormente preferido, Oliver Atom, el Leo Messi de dibujos animados. 

Mister Champions

También la Champions sacó la máxima capacidad del 'Bicho'. No es nada casual que sus mejores momentos hayan llegado en la considerada mejor competición de clubes. No en vano, la 'Orejona' es el título que más veces ha conseguido. Su ristra de méritos en el Viejo Continente asusta, ha esculpido a pulso el apodo de "Mister Champions". 

El que más títulos (5), goles (128), partidos (169) y temporadas (17) amasa. El único en marcar en los seis partidos de una fase de grupos. 65 goles en las eliminatorias. Récord de máxima anotación en una edición (17)... en su fibrado cuerpo no acaban sus músculos. 

De hecho, puede que la cabeza sea quien le retire antes que las piernas y los pulmones. Quizá cuando acabe su acoso y derribo a Ali Daei para arrebatarle la leyenda. O cuando pase por sus colmillos el único gran título que le falta: el Mundial. 

El sueño del niño Cristiano y la leyenda milenaria

No sabemos cuál será el año de su adiós, pero siempre quedará grabado un 2013 de ensueño. 69 goles en 59 partidos. Vestido de blanco, el color que mejor le sentó. De blanco alcanzó una media de 1,03 goles por encuentro. Disfrutó convirtiendo al Atlético en el equipo al que más ganó (16 veces), con la cúspide en Lisboa y Milán; y sufriendo ante el Barça, el club que en más ocasiones le derrotó (15). 

Hablamos del tipo con más gol que fútbol, de una bestia física. Destrozado en la derrota, insaciable aún en el triunfo. El jugador milenario que ya está pensando en sus mil y una noches de gloria. 

¡El sueño de Mr Champions se cumplió! Cristiano Ronaldo cumplió 1000 partidos y...